Pude cerrar mis ojos mas no pude dejar de verte.

Completa radiante te encuentras en mi mente, solamente escuchar tu nombre me hace respirar nuevamente tu aroma. Subes y bajas por mi cuerpo con sensaciones oníricas pegadas a los recuerdos solo respondo con leves suspiros. Sin ritmo de mis labios emana una palabra que se pierde en el vacio de mi soledad.

Tomar un café es descansar de todo en esta vida, recordar el trabajo y la pesadez regresa mitigando la cafeína que es absorbida por mi cerebro. Mi cocina, la barra, el crepitar del refrigerador y el noticiero mediocre. Un bostezo. Y luego otro sorbo al café. La bata no me hace justicia y dejar ver mis piernas velludas que terminan en mis pantuflas con estampitas de dibujos animados. Entonces te recuerdo. Y un escalofrió se pega a mi cuerpo serpenteando hacia arriba hasta morir en mi nuca. ¿Acaso eso provoca el amor?

Mi mente me despierta del letargo de mis fantasías y me enfoca de nuevo al televisor, un accidente de auto. Probablemente no sea nada interesante, es solo que es demasiado familiar el automóvil. Es irónico, el modelo es idéntico al que tengo en la cochera pero sin estar retorcido y salpicado de sangre. El comediante de las noticias nos explica el motivo, al parecer iba telefoneando a su novia. ¿Acaso eso puede resultar del amor?

Aun pensando en el amor, entro a mi recamara tomo lo adecuado para salir a laborar como cualquier otro día, es solo que tu no me puedes acompañar hoy. Tendrás que esperar dentro de mí como siempre lo haces hasta que puedas salir y te vea para almorzar. No es rutina lo nuestro después de 7 años de noviazgo, yo sé que no es rutina porque hoy romperé el silencio y te pediré que unamos nuestras vidas. Tal vez sea efímero pero quiero pasar mi vida junto a ti, en todo momento y en todo sentido. ¿Acaso eso nos acerca el amor?

Salgo con toda pulcritud con la cual se puede vivir, en algunos lugares deberían prohibir las duchas matinales porque siempre te aniquilan el gozoso deseo que asaltar de nuevo las sabanas y roncar toda la tarde. Pero no importa porque tú vas conmigo. Tomando las llaves del auto y atropellando a la vecina irreverente, ¡Demonios volví a fallar!, una vez más se escapa a la ingratitud de la muerte, mas aun mi atención es elevada al cielo para observar la mañana aborregada que se estampa en el toldo de mi auto. Cielo vainilla, exquisito. Mi recorrido al trabajo es intoxicado por los amantes que derrochan pasión por las calles de esta ciudad. Debí escuchar a mis parientes y vivir en una ciudad menos concurrida pero Paris tiene su decoroso encanto que me hace amarla cada día más. Sobre todo porque tu estas, aquí conmigo en Paris. ¿Acaso a Paris le sobra amor?

Llegue a observar el edificio dos cuadras antes de llegar y enfrente el restaurante elegante donde mi propuesta encallaría a tu juicio esperando que ahí mismo elevaras el ancla y partiéramos a rumbo a una paradisiaca isla llamada mi apartamento. Ahí terminaríamos el acuerdo y celebraríamos íntimamente con vino tinto. El plan es perfecto. Solo el tiempo se opone a mis planes, aun es bien sabido que el tiempo sigue su curso y no perdona. A dos horas de hacerte la proposición y las piernas me traicionan, mi estomago juguetea con mis intestinos en un clásico partido de rugby que me hace sentir nauseas. A una hora y la intensa sed azotan mi garganta y mi boca es tan pastosa que una vaca me envidiaría por tener tanta comida para deglutir. ¿Acaso eso nos hace sufrir el amor?

Cinco minutos, saldrás de mi mente y de mis sueños para materializarte frente. Un sí. ¿O un no? Dios la angustia me mata. Cuatro minutos. Tres minutos. Dos minutos. El tiempo me traiciona se acelera y conspira contra mí, el quiere que falle. No fallare lo he ensayado hasta el cansancio. Dios, mi móvil lo tengo en las manos. Le mandare un mensaje. Listo todo está preparado. Parto a mi cita. Solo es cruzar la acera. Ansiedad. Incertidumbre. Palabras que mi cerebro está aprendiendo a experimentar. Es ella, si ha venido a la cita. Atravesar sin observar el semáforo es una mala opción pero no importa estando con ella, nada importa. Verde. Rojo. El color rojo me gusta, sobre todo cuando sale expulsado por mi nariz y veo tu rostro desfigurado sollozando. Podre cerrar mis ojos mas nunca deje de verte. Nunca deje de tenerte, aquí donde estoy dejando de sentir, se están deteniendo mis sentimientos. Y te pregunto antes de dormir toda la tarde. ¿Quieres casarte…?... ¿Acaso eso nos hace sentir el amor?

Despertar en un lugar con colores blancos no es agradable. Tu calor se siente en mis palmas. Y ahora estamos muriendo juntos. Después de toda una vida contigo y muchos hijos. Celebro el recordar esa hermosa pregunta… ¿O será acaso que esto me lo hizo soñar el amor?

1 comentario:

  1. HOla!! excelente cuento, como todo lo que he leido que ha emanado de tu mente y posteriormente plasmado en algún soporte, esto que has escrito me encantó!

    Y bueno, espero seguir leyendo cosas tuyas, es un enorme placer hacerlo =D

    cuidate mucho, no olvides que se te quiere!!

    besos!!


    Jaqueline

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